viernes, 3 de octubre de 2008

Perfecto equilibrio.


El revolotear de las hojas por el suelo es indicio inequívoco de que el otoño a llegado...de que el tiempo ha pasado desde aquella última tarde de primavera en que como siempre, entrenábamos una y otra vez los movimientos hasta que no fueran perfectos, sin descanso, buscando la belleza y la armonía que solo juntos encontrábamos...después, olvidábamos las normas y nos dejábamos arrastrar por los sentidos, por la pasión, cada músculo en tensión, corazones desbocados latiendo al unísono y dos cuerpos que sin reglas van en perfecto equilibrio, convirtiéndose en uno solo. Tú y yo.
Pero aquella tarde, tu rostro se quebró de dolor, caíste al suelo rota.
Jamas había visto aquella expresión antes en tus ojos, nublados por lágrimas de dolor no apartaste la mirada ni un segundo de mi hasta que no cerraron las puertas traseras y te perdí de vista...parecías intuir que tardaríamos meses en volver a vernos...parecías saber cuanto cambiaríamos los dos antes de que nuestros ojos se volvieran a encontrar.
Un 23 de noviembre vi un cuerpo que me resultaba familiar acercándose en dirección a mi,
había cambiado tu estilizada y graciosa forma de caminar por una notable y grave cojera, tu espalda estaba un tanto arqueada. En tu rostro un gesto mas duro, habías envejecido años en unos meses...tu mirada desconfiada, parecías temerme...me acerqué a ti suavemente para holisquearte el abrigo, como cuando venías a buscarme a la cuadra antes de montar y te pasabas los minutos acariciando mi pelo...
Tras de ti apareció el dueño de la hípica, te preguntó si te habías decidido a venderme,
tú le respondiste q no estabas segura...
- si tú no puedes montarlo, ¿para qué lo quieres??
Te diste la vuelta llena de rabia, con movimientos bruscos cogiste la silla y la pusiste sobre mi lomo, dejaste caer los estribos y ataste la cincha...sentía mi corazón latir de nuevo...con dificultad pusiste un pié en el estribo y soltando un grito mezcla de dolor y coraje, agarraste la rienda y volvimos a sentir lo que era olvidarnos de las normas, dejarnos arrastrar por los sentidos, siendo dos cuerpos que sin reglas, van en perfecto equilibrio...

7 comentarios:

La Lectora dijo...

me recuerda a "El hombre que susurraba a los caballos". El montar a caballo, fiarse de uun animal y un animal de ti y galopar sin reglas tiene que ser una experiencia muy gratificante.

Un saludo

La sonrisa de Hiperion dijo...

El equilibrio es el desafío a caer, aun sabiendo que no hay nada abajo, pero aun así el hambre de mañana es superior que cruzar cada día la calle de la mediocridad.
Saludos

anemicoquimico dijo...

No se si me he liado yo con el texto, si lo has hecho a propósito o si es que estoy algo espeso y leo lo que no hay. Me explico. Hay un instante de tu texto en que se cambian los personajes y quien parecia dirigir las palabras y las riendas, se convierte en aquella a la que se dirigen las palabras. Es este:

"me acerqué a ti suavemente para holisquearte el abrigo, como cuando venías a buscarme a la cuadra ..."

Repito, no se si me he liado yo. Pero algo me dice que eres tu quien ha dado esa vuelta de tuerca tan sutil. En cualquier caso te felicito, porque has hecho que me pegue un buen rato releyendote ensimismado

Un saludo y gracias,
Db.

(por cierto, que yo también llegué acá vía Hiperión)
¿Es un Celestino de la palabra cibernética?

Es el poder de sus sabias y grandes textos, seguro.

PinUp dijo...

Primeramente pedir disculpas por mi retraso, ya veo que se me han adelantado...
Por otra parte decirte, que quien ha compartido una experiencia así con algún animal... sabe de lo que estás hablando, sentirte comprendido sin necesidad de palabras, sentir su calor cuando más lo necesitass, que sepa como te sientes sin entender ni uno solo de tus motes...
El caballo, el más lindo de todos los seres que residen en este mundo lleno de basura...

Magnífica como siempre!!!

Tstm!!!!!!!!

AlB dijo...

Como siempre una delicia para las mentes inquietas como la mia. Fenomenal el detalle de contar la historia desde el punto de vista del caballo.

Un besazo wapisima

Luis y Mª Jesús dijo...

En perfecto equilibrio, me gusta.
Hace unos días caminaban delante de mi por la calle una chica de buena figura con enormes tacones, parecía una modelo y no muy lejos de ella (no iban juntos)un joven con muletas avanzaba con dificultad; sin embargo aquel muchacho demostraba una elegancia que aquella chica dificilmente podrá nunca alcanzar, porque su elegancia pocedía de su interior, que reflejaba tesón, ilusión, ganas de vivir.
No se porqué pero tu relato me ha recordado aquella escena.
Un abrazo
María Jesús

Lia dijo...

Niña de los topónimos: Sin lugar a dudas lo es...más q eso, por lo menos para mi, una terapia, estar en contacto con el mundo y con lo mas profundo de mi misma...me faltan las palabras para describirlo.Un beso.

Hiperión: maestra en equilibrios y tambien en caidas...aunq lo importante es lebantarse, lo importante es volver a caminar, aunq sea cojeando.Un saludo y vuelve cuando quieras.

Anémico: No te has liado y si ha servido para tenerte como dices ensimismado, jeje, me doy por satisfecha.
Hiperión celestino de las palabras q hizo q me enamorara de las tuyas.
Besos!!

Pinup: No pidas disculpas princesa...se q compartes esta pasión conmigo, así q me comprendes bien.
Magnifica tú, siempre, t´estimo.

Alb: Creo q el cariño te puede y eres demasiado indulgente conmigo, pero me encanta...jo...gracias.

Mª Jesús: Bienvenida: La elegancia no es un traje q se compra o se vende, como tú bien dices, nace del interior. Saludos.